Justicia para todos Tras jubilarse de ser juez, Albert H. Maldonado sigue comprometido con defender la justicia como voluntario. Por Sara Rubin Albert H. Maldonado siempre ha sido pragmático. Comenzó a imaginarse que se inclinaría por una carrera en derecho en 1956, cuando ganó un certamen de escritura en la primaria en Redland, en el sur de California, sobre la Guerra Civil. Después de aceptar su premio de $5, pensó: “Tal vez pueda ganarme la vida escribiendo. Eso también me inspiró a ser abogado”. Su razonamiento práctico y realista sigue estando presente en su forma de acercarse al derecho. Maldonado, de 78 años y jubilado en 2017 tras 22 años como juez de la Corte Superior del Condado de Monterey, hoy dedica unas 20 a 30 horas a la semana a servir de voluntario como abogado de forma gratuita en Legal Services for Seniors (Asuntos legales para personas mayores). Allí asesora a los clientes analizando los posibles desenlaces de cada caso y animándolos a procurar una opción que los ayude a evitar una batalla frustrante y extendida: “Les digo, si pasas por arbitraje o te vas al tribunal de primera instancia, vas a perder, vas a apelar y volver a perder. Esto es lo que puedes hacer ahora mismo”. Maldonado ha regresado a sus orígenes, ya que comenzó su carrera brindando ayuda legal y ahora vuelve al mismo trabajo después de trabajar en todos los demás aspectos: ha ejercido como abogado de defensa y como scal, incluso llegando a procurar la pena de muerte, luego de lo cual trabajó en la O cina del Fiscal del Condado de Monterey y nalmente como juez. (También ejerció como presidente de la junta del Monterey College of Law.) Además de hacerlo en su carrera, Maldonado ha regresado a su punto de partida en su vida también: tras tomarse un descanso de estudiar derecho en 1970 cuando lo reclutaron para Fort Ord, prestó servicio en Vietnam, pero no tenía idea de que regresaría a Monterey. Y durante sus años en el ejército, tampoco tenía idea de que sobreviviría. “Regresé con la mentalidad de no temerle a nada; pensé que moriría”, dice. “Perdí a cinco amigos de la infancia en Vietnam”. Después de su servicio en el ejército, regresó a la escuela de derecho en UC Berkeley con un sentido más so sticado de la justicia, después de haber presentado cargos contra compañeros del ejército por cegar la vida a civiles como parte de su rol dentro de la O cina del Juez Defensor de Personal. “Nos criamos en una familia que creía rmemente en defender y representar a nuestro país”, dice Maldonado, el mayor de ocho hermanos, los cuales todos asistieron a la universidad. Maldonado cuenta todo esto en gran detalle, sin olvidar a las muchas personas a las que agradecer en el camino y las formas concretas en que varias personas lo han in uenciado. El fallecido juez Nat Agliano fue uno de sus muchos mentores, y le enseñó a Maldonado a escuchar: “Entraba en su sala y lo observaba y pensaba, este juez no interviene, solo escucha”, cuenta Maldonado. “Me inspiró a verme como alguien juicioso: el lenguaje corporal lo es todo”. WWW.MONTEREYCOUNTYNOW.COM/LIVINGWELL 25
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